Un nuevo trabajo

Había pasado una semana desde el último día que lo vi, que fui a dejarle el coche y dentro de este, toda la ropa que él había gastado en mí, no quería deberle nada, ni siquiera dejó que subiera a su pent—house, me recibió a las puertas del edificio, al salir, él solamente dijo “gracias” y cerró la puerta en mi cara, me tragué las lágrimas y me juré nunca volver a buscarlo.

Estaba en busca de un nuevo empleo, no quería usar los contactos que él me había proporcionado, los cuales me hizo llegar con Serena, una semana después de que me despidiera.

El timbre de una llamada entrante me sacó de mis pensamientos, revisé el número: privado.

—Buenas tardes, ¿Con la señorita Sarah Fiore? – preguntó una voz femenina y delicada del otro lado.

—Sí… ¿Quién habla?

—Señorita Fiore, habla Amanda Fuentes, de la compañía de moda COSMO – una pausa – quería saber si, ¿Está interesada en asistir a una entrevista, el día de mañana, para el puesto a coordinadora de producción?

—Sí, claro, ¿En qué horario?

—Al medio día, la dirección es…

—No es necesario, señorita, sé bien dónde es, gracias.

—Perfecto, entonces la esperamos, que tenga un buen día, hasta luego.

COSMO, pensé largo rato, aunque era la competencia, ya no importaba, pues yo ya no trabajaba más para Elemental. Además, trabajar en el ambiente al que me había acostumbrado por más de tres años, sería fácil, tenía la experiencia.

Al día siguiente, al llegar a la compañía, me dijeron que pasara directo a una de las oficinas, puesto que, dentro de poco me harían la entrevista. Ocupé el asiento frente al escritorio y esperé alrededor de cinco minutos.

—Buenas tardes, ¿Le hice esperar mucho? – Preguntó alguien a mis espaldas y por un momento reconocí la voz, al voltearme a ver quién era, no podía más que reírme de mi propia y maldita suerte. Ernest Bellini me veía con ojos extraños pero comprensivos.

—No, no, señor – susurré, no quería tomar confianzas, el título de novia del directivo de la competencia ya no lo tenía.

¡Oh, vamos! No actúes como si fuera la primera vez que nos vemos, Sarah.

—Hola, señor Bellini. — contesté con algo de timidez, que deseé él no notara.

—Bueno… pensará que miento, pero esto ha sido una verdadera sorpresa, aunque la noticia de su ruptura con Arturo fue escandalosa, no pensé que él se deshiciera de su maravillosa coordinadora principal.

—Sí, fue necesario.

—¿Necesario? Pues, de seguro se las está viendo negras sin usted.

—Lo dudo mucho, señor – me empezaba a sentir muy incómoda, no creía volver a entablar una conversación en la que Arturo fuera mencionado.

—Sí, bueno… ya usted sabe cómo están las cosas. En fin, como el encargado de recursos humanos no se encuentra, hará la entrevista conmigo, pero… como conozco su trabajo de buena mano y la experiencia que tiene. Considérese usted contratada. ¿Le parece empezar mañana mismo?

—Sí, señor Bellini.

—Perfecto, un gusto tenerla con nosotros, señorita Fiore.

COSMO, no era tan diferente de donde yo antes trabajaba y lo tenía más que claro cuando el estrés y el marcar tiempos, invadía a todo mundo. Estábamos próximos al nuevo lanzamiento de primavera — verano, el último del año y uno de los más importantes para toda compañía fashionista.

—¿Has revisado el recinto para la pasarela? – preguntaba mi jefe mientras daba vueltas por la oficina.

—Sí, señor, aunque todavía debo hablar con el diseñador de escenarios.

—Perfecto, ¿has revisado con Bernardi, la prensa?

—En un momento pasaré a su oficina, aunque me dijo que ya están confirmadas las más importantes.

—¿Y qué me dices de los clientes? ¿ya confirmaron todos?

—Nuestros clientes más valiosos ya, señor; aunque nuestros compradores más fieles llegaron para la pre—colección, y por el momento le doy prioridad a nuestros clientes especiales y proveedores.

—Ok ¿Algún otro detalle que deba saber, señorita Fiore?

—Sí, señor, el grupo que va a amenizar no nos ha confirmado, ¿Requiere que le pase una lista de posibles para un segundo plan?

—Sí, mándelos al correo, por favor.

—Ok – anoté los últimos mensajes en mi libreta y cerré la puerta tras de mí, luego de despedirme.

Sebastián Bernardi, era el jefe del área de marketing, prácticamente se encarga de la publicidad, estrategias para entrar a nuevos mercados y relaciones públicas. Era la persona con la que mejor me llevaba de la empresa, pues por nuestra relación laboral nos habíamos hecho muy buenos amigos.

—Sarah, ¿Cómo te fue con Bellini? – preguntó al verme entrar.

—Bien, bien, sólo me dijo que revisara contigo lo de la prensa.

—Ah, sí, déjame ver.

Me dio la espalda para ir a su pequeño estante de atrás y rebuscó algún expediente.

—Oye ¿Tienes mucho trabajo? – se volteó a verme, mientras me extendía la carpeta.

—No, de hecho, creo que sólo me falta checar un par de cosas.

—Perfecto, entonces ¿Vamos a comer?

—Claro, Sebas — le dije sonriendo – gracias por la carpeta, te veo al rato.

Fuimos a nuestro restaurante favorito, a unas cuadras cercanas del edificio donde trabajábamos.

—Entonces ¿Todo listo para la presentación? – preguntó él, mientras mirábamos la carta.

—Sí, mañana pasaremos a checar el salón y afinar los últimos detalles. ¿Y tú? ¿Cómo va ese nuevo publicista que contrataste?

—Pues bien, me está dando buenas ideas, aunque el enfoque de mercado… no me convence del todo, no quiero abarcar mucho, quiero hacer una investigación de un sólo target ¿Me entiendes?

—Algo.

—En fin, tengo algo para ti… — rebuscó en su chaqueta y sacó una pequeña caja.

—¿Y eso?

—¿Creíste que me olvidaría de tu cumpleaños, pequeña? – dijo él, con suavidad.

—No debiste…

—Sí debo.

Me acercó la cajita y yo la tomé entre mis manos, al abrirla y mirar el contenido no pude más que sonreír, era un collar con mi nombre, era precioso y demasiado tierno.

—Sé que no se comparara a los regalos que seguro te dio Arturo Rizzo, pero es con mucho cariño.

—Me los dio, ¿quién? – pregunté alarmada, al escuchar su nombre ser pronunciado.

—Arturo Rizzo, tu ex novio.

—¿Co—cómo sabes eso?

—¿Cómo no saberlo? Estuvieron saliendo por más de dos meses en las portadas de revistas de personalidades, negocios y moda de todo el país, era imposible no verlo.

—Entiendo.

—Ahora que lo pienso, al pobre hombre le va súper mal, creo que te llevaste su suerte.

—¿Por qué lo dices?

—¿No has visto las noticias? – Hizo una pausa, y yo negué con la cabeza – Por Dios, pequeña. ¿No tienes televisión o acceso a internet?

—Vendí la tele y casi no veo las notificaciones de las noticias… pero, ¿Qué pasa con él?

—Pues está pasando por una crisis severa, se rumora que la compañía tiene muchas deudas, que algunos proveedores le han quedado mal, y que su pre—colección fue un rotundo fracaso

—No sabía.

—Y deja tú eso, me han dicho que ha caído en una profunda depresión – murmuró, como si fuera lo más confidencial del mundo – creo que su ruptura, le ha pegado duro.

—Dudo mucho que sea eso, Sebas.

—Yo no lo dudo, siempre había tenido parejas y siempre había roto con ellas, pero su trabajo, su compañía, seguía en pie… lo has dejado tú, y mira cómo están las cosas.

—Pudo ser una coincidencia y, de hecho, fue él quien me dejo.

—Pues pobre idiota, no nada más dejo ir a una mujer fabulosa, sino a su mejor coordinadora. Que los shows estén siendo un fracaso, significa que le hace falta su estrella y tú sabes que, para una empresa de moda, las pasarelas son lo más importante, más el showroom de las precolecciones casi un 70% de ventas se cierran ahí.

—Lo sé.

—Sin duda, Bellini aprovechará todo esto.

—Claro, siendo su mayor competencia, ganará más clientes para COSMO.

—No es solamente eso… — me miró seriamente, y sonrió con ganas – le quitará su compañía completa.

—¿A qué te refieres? – cuestioné, entre nerviosa y algo eufórica.

En ese momento un mesero pasó a tomarnos la orden, eso me dio tiempo a pensar cada palabra de Sebastián, no comprendía mucho y creo que muchas dudas serían contestadas en ese momento.

—Para haber sido su mano derecha y su novia, no estás enterada de muchas cosas ¿No? – me dijo, cuando el mesero se alejó.

—Bueno, creo que no tocábamos muchos temas personales – dije, aunque preferí haberle dicho la verdad “sí, bueno, lo cierto es que fui su novia falsa por tres meses” no pude.

—Se comprende, Arturo es de esas personas que se encierran en sus caparazones y no hablan de nada con nadie… todavía no imagino cómo pudiste estar con una persona así, Sarah.

No pude menos que sonreír, tenía tanta razón, pero él no sabía lo que yo, que detrás de aquel hombre prepotente y con mal genio, había una persona dulce y dedicada a su familia, que haría todo por verlos felices, como inventarse una novia.

—En fin… yo te contaré lo que sé, y lo que me han dicho, yo casi con Bellini no me hablo de estas cosas, pero lo poco que me comenta, me han hecho ver que es verdad, Bellini es medio hermano de Arturo Rizzo.

—¿Cómo? ¿A qué te refieres? — Pregunté totalmente impresionada, me esperaba todo menos esto.

—Al parecer su padre, tuvo quereres con la madre de Ernest, obviamente mientras estaba casado.

—Entonces es un hijo ilegitimo, pero ¿Los apellidos? ¿Arturo lo sabe? Y ¿Qué tiene que ver Elemental en todo esto? – pregunté rápidamente y con torpeza, la impresión no pasaba de mí, las piezas de un rompecabezas empezaban a encajar a la perfección.

—Tranquila, Sarah… vamos por partes, Ernest tomó el apellido de su madre, es obvio que no quería tener nada que ver con los Rizzo, y según tengo entendido, todo esto de ser medios hermanos sólo lo sabe Arturo, al parecer, aunque no estoy del todo seguro, fue un trato que hizo con su padre… — pausó – y esto nos lleva a la tercera pregunta.

—¿Sí?

—Cuando ambos tuvieron edad suficiente para poder llevar este tema como “adultos”, su papá dividió a Elemental… es decir, sacó una fracción, lo que hoy conocemos como COSMO, y dio a sus dos hijos las empresas.

—Bueno, y si ambos tienen una empresa y la manejan como ellos quieren, ¿Por qué quitarle la parte de la compañía que le pertenece a otro?

—Eso es muy fácil, Sarah. ¿Te imaginas tener el control de ambas empresas? No sé qué desearía hacer Rizzo, pero Bellini seguramente las quiera unir, y prevalecer el nombre de COSMO, no habría competencia alguna para él.

—De eso estoy segura, pero ¿Por qué? Y ¿Cómo lograrían eso?

—Bueno, lo que te diré a continuación son sólo simples rumores, pero según el trato entre ellos, es que el hijo que supiera llevar la administración de su compañía bien estructurada por lo menos una década, y le diera un primogénito… sería el vencedor.

—¡Oh vaya! – dije conmocionada.

 Di gracias a Dios de que en ese momento apareciera el mesero con nuestros platillos, eso me dio algunos segundos para procesar toda la información captada, de la cual, apenas y podía entender una parte.

—Claro que eso del “trato” fue antes de que su padre muriera… no sé si siga en pie.

—Lo más probable es que haya un contrato de por medio.

—Claro, después de todo son negocios.

—Negocios – sonreí de forma amarga, al recordar el último servicio que presté a mi jefe.

—Pero es obvio que todo se ha ido a la m****a para Arturo, creo que ha perdido su compañía definitivamente.

Sebastián me miró largo rato, como descifrando la mirada que tenía, de cierta forma me sentía culpable y bastante más usada, claro que todo el “servicio” era para acercarse más a la adquisición de COSMO, pero tampoco podía quejarme, es decir, yo había aceptado todos los términos de cualquier forma. Lo había aceptado.

Apenas tuve cabeza para seguir el trabajo de ese día, así que tan pronto acabó el turno, desaparecí de ahí y corrí a mi apartamento, por un momento había olvidado completamente que era mi cumpleaños, al poco tiempo de llegar, recibí una llamada de mis padres, lo agradecí bastante, pues me ayudó a despejarme de todo, pero me lamenté cuando volví a colgar.

Ahora sólo quería confirmar todo lo que Sebastián me había dicho horas atrás, busqué entre mis contactos a la única persona que me podía dar respuestas, Serena.

—¿Por qué me llamas tú, si eres la cumpleañera? – reía ella del otro lado de la línea.

—Disculpa, sólo que debo preguntarte un par de cosas.

—Te escuchas seria, ¿Es algo malo?

—Tal vez – susurré frunciendo el ceño y suspirando – es acerca de Elemental y de Arturo.

—Supongo que este momento debía llegar, lo siento, por no decirte antes, Sarah.

—¿Por qué me lo ocultaste? ¿En serio tan mal están? Dime la verdad.

—Pues no quería dañarte más de lo que ya estabas, sólo Dios y yo sabemos cómo sufriste después de esta ruptura, hablándote de él, solo traería sus recuerdos y más dolor a tu corazón, pensé que lo mejor era ignorarlo.

—Entiendo, pero… tal vez, debiste…

—Tal vez – dijo ella, y escuché cómo soltaba un suspiro – y ahora, con tu segunda pregunta, está lo que le sigue a mal, Sarah, realmente no queda nada de lo que era Arturo Rizzo.

—Explícate.

Serena me contó todo después de que él me despidiera, dijo que por días faltó al trabajo, nadie sabía de su paradero, y cuando regresaba a la empresa, era como si fuera una persona completamente diferente, nada quedaba del jefe con autoridad e inteligencia, la administración de la compañía se fue a pique en el mes siguiente, el gerente general apenas y podía controlar al personal, que para ese tiempo se había reducido considerablemente. Después, se enteró de los problemas financieros que tenían y que los pagos al personal serían retenidos, ante eso, ella decidió renunciar.

—Tiempo después supe que la pre-colección de primavera—verano, fue un fracaso, nadie quería hacer negocios con ellos y los pocos que tuvieron, pedían precios ridículamente bajos, que la recuperación de la misma no podía ser posible.

—¿Cómo te enterabas de todo esto? – pregunté.

—Algunos compañeros seguían laborando para él.

—Y él, ¿Cómo está ahora?

—Nadie sabe de él desde hace una semana, supongo que la depresión lo ha afectado considerablemente y hay rumores de que ha estado abusando de la bebida.

—¡Oh por Dios! – al escuchar sus palabras, mis ojos se llenaron de lágrimas, amenazando con rodar.

—Sarah, no te sientas mal, después de todo, él te dejo ir… aunque no comprendo muy bien, ya que su actitud nunca había sido modificada ante sucesos como estos, además, él terminó contigo.

—Lo sé, pero no puedo evitarlo, Serena. Después de todo… también fui su mano derecha en la compañía.

—Bueno, ahora olvida todo, en esta ocasión estás en la parte victoriosa, así que conserva tu trabajo en COSMO y no mires atrás… ¿Entendido?

—Lo haré, Serena. Gracias.

Seguido de todo esto, me deseó un feliz cumpleaños, y que, aunque ella no estuviera, me divirtiera. Es obvio que el feliz cumpleaños fue el más amargo de la historia, no dejaba de pensar en él y la culpabilidad me carcomía lentamente. Si era cierto que no sentía nada por mí, era muy extraño que cayera en depresión después de la ruptura, él no era así, no era el tipo de persona sin salidas.

Además, el fracaso de la última pre-colección tenía todo que ver conmigo, yo siempre arreglaba ese tipo de presentaciones, ahora mismo sentía una profunda preocupación por Arturo, aquello de que nadie sabía dónde se encontrara y peor aún, estuviera abusando de la bebida, me ponía los nervios de punta. Me dolía de cualquier forma, de seguir a su lado, esto no hubiera pasado. Pero igual, yo nunca planeé alejarme de él, fue Arturo quien me dejó, rompiendo lazos conmigo.

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP