CAPÍTULO 37: NO TIENE ANTECEDENTES PENALES.
—López, Carnelutti, Manrrique y Abud Annuar ¡felicitaciones! —exclaman algunos de mis compañeros.
Se acercan y nos dan abrazos a los que oficialmente recibimos carta de libertad.
Miro los rostros de quienes se quedan y se me parte el corazón un poco por ellos. Algunos han sido muy buenos amigos conmigo, y a pesar de todo, nos logramos ayudar entre nosotros.
Observo el lugar, un espacio cutre en el que jamás en la vida imaginé que iba a estar, pero ciertamente donde aprendí muchas cosas.
Comienzo a llorar y algunos se acercan a abrazarme y decirme que no me preocupe por ellos, pero me resulta imposible.
Parece un sueño, algo irreal, que estoy muy cerca de volver a ver a mi familia.
Todos aquí, anhelan estar con su familia. Soy uno de los bendecidos a los que les apareció un caso debidamente conformado (entrecomillas, porque ni siquiera hay evidencia de eso que me llevó a ser acusado), pero no puedo dejar de pensar en quienes ni siquiera tienen uno, y que tampoco tienen cómo pagar