Epílogo. Un futuro brillante
Emma Uzcátegui.
Cinco años después de aquella Navidad que reunió a nuestra familia, la vida se había transformado en algo que ni Gabriel ni yo podríamos haber imaginado.
La casa estaba llena de risas, pequeños pies corriendo por todas partes y un caos hermoso que había aprendido a amar.
Sandro Emmanuel, nuestro pequeño explorador, ya tenía seis años. Era una mezcla perfecta de curiosidad y travesura.
Cada día encontraba algo nuevo que desmontar o investigar, siempre con preguntas que ponían a prueba nuestros conocimientos y paciencia. Pero los verdaderos protagonistas de esta nueva etapa eran los gemelos, Gabriela y Samuel.
Los gemelos habían llegado hace cuatro años, cambiando nuestras vidas por completo. Gabriela, con su sonrisa traviesa y su habilidad para manipular a todos con su encanto, era una pequeña líder en potencia. Samuel, en cambio, era el tranquilo y observador, siempre atento a su hermana y al mundo que lo rodeaba. Ambos llenaban la casa de energía y ternura.
San