Capítulo 25. El último intento.

Emma Uzcátegui.

Los ojos de Reina se entrecierran, afilados como puñales, y noto que la tensión aumenta. Es como ver un acto en la cuerda floja, en el que un paso en falso podría hacer que todo se viniera abajo. Los hombros de Gabriel están firmes, su postura es firme, pero incluso desde detrás de él, puedo ver el temblor de sus manos. Él la ama, que Dios le ayude, lo hace. Pero aquí está, enfrentándose a ella... por mí.

—Gabriel, me estás echando por ella… no puedes defender... —La voz de Reina se interrumpe al contemplar la postura inflexible de su hijo, el desafío en su mirada que hace juego con el apretón de su mandíbula.

—¿Defenderla? Sí, puedo hacerlo. Y lo haré, siempre porque es mi esposa, la mujer que amo —. Corta la indignación de Reina con una seguridad que roza la desesperación.

Su lealtad hacia mí brilla, como un farol en la tensa oscuridad entre madre e hijo.

Quiero tenderle la mano, tocarle la espalda, ofrecerle un apoyo silencioso, pero mis miembros se niegan a movers
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