A Gabriel no lo tomó por sorpresa su nueva posición en la presidencia, aunque no lo quiera reconocer Deyanira y su padre hicieron un buen trabajo. Sí desea hacerle daño a esa insípida secretaria con aires de recepcionista debe quedarse— sonrió de manera maliciosa— entonces va a hacer el sacrificio de quedarse por lo menos unos meses antes de lograr lo que tanto desea.
— «¿Qué deseó en verada él?» — pensó con un dejo de preocupación.
Gabriel salió de la reunión y entró al baño. Se lavó las manos y luego la cara, parecía tonto, pero estaba más que deseoso de ver a la mujer a la que iba a degradar. Por fin, había llegado el momento de ponerla en su lugar.
—No entiendo porque me siento así— dijo de mal humor. Luego miró la camisa blanco leche y sonrió—. Esta camisa me la puso hoy porque tú, mi amor me la regalaste para esta reunión, mi primera reunión como Ceo de mi propia empresa— dijo mirándose en el espejo.
Después de organizarse salió del baño y entró a la sala de junta. Su mano suje