Hannah cerró los ojos mientras los recuerdos la consumían. No solía pensar a menudo en lo que había pasado aquella noche, ni la afectaba como al principio; pero mentiría si dijera que lo había superado por completo. Algunas noches, los recuerdos volvían en forma de pesadillas. Otros días se colaban en sus pensamientos sin previo aviso.
Era tarde cuando Hannah se había dirigido a reunirse con Duncan, y ya no había muchas personas en los pasillos. Él había estado detrás de su escritorio cuando ella había entrado en la oficina. Le había indicado con la mano que tomara asiento en el sillón mientras se ponía de pie. Luego se había acercado al bar y le había ofrecido algo de beber, pero ella le había dicho que no.
Con una calma casi desesperante, Duncan se había servido un trago y, de la misma forma, lo había bebido, prolongando la espera. Hannah se había sentido cada vez más incómoda; no le gustaba cuando las personas se andaban con rodeos. Recordaba estar ansiosa por conocer el motivo po