Teo notó la ligera vacilación en el rostro de Hannah antes de que volviera a caminar, como si la hubieran sorprendido haciendo algo indebido, aunque sabía bien que no era así. No había escuchado toda la conversación, pero sí lo suficiente para entender que había intervenido para evitar que algunas personas perdieran su trabajo.
—Esposo —lo saludó ella con una sonrisa. Últimamente Hannah se había acostumbrado a llamarlo así, como si fuera una especie de apodo.
Él sonrió y se inclinó para rozar sus labios con un beso. Lo hacía por puro placer, no porque hubiera gente mirándolos, aunque, por supuesto, dejaba que ella creyera lo contrario.
—Hola, preziosa. ¿Qué estabas discutiendo con Gavin?
—Algunos asuntos.
—Entonces, ¿estás lista para nuestra cena de esta noche? —preguntó, cambiando de tema al notar que ella no pensaba compartir nada más con él.
En parte no le gustó que le guardara secretos, pero también sintió admiración verdadera. Hannah no parecía ansiosa por presumir lo que acababa