Teo entró al edificio de su agencia con pasos relajados con Stella junto a él. Su asistente no tenía el menor problema para igualar su ritmo, incluso cuando él iba apresurado. Su destreza para caminar sobre tacones sin apartar la vista de la tableta, y sin tropezar jamás, seguía sorprendiéndolo cada vez.
Stella era una mujer hermosa, un par de años más joven que él, aunque su actitud siempre recta y su vestimenta impecablemente formal podían hacerla parecer mayor. Teo casi podía considerarla una amiga; se llevaban bastante bien y, de vez en cuando, compartían alguna comida, siempre sin segundas intenciones.
Enredarse con ella solo habría traído problemas. No es que Stella estuviera interesada en él; desde el primer día había sido muy enfática en que no toleraría ningún intento de acercamiento.
—Recuerda que el viernes tienes programada la sesión de fotos para Calvin Klein —dijo ella—, y dentro de una semana está el comercial para la bebida energética.
—Anotado.
—Además, el programa