Terminé de abrir el sello de lacre que tenía el sobre, su contenido eran tres simples páginas, era la letra de mi progenitor. Aunque al verla noté el paso del tiempo y, lo más probable, los estragos de su enfermedad. Su trazo era tembloroso y tenía algunas marcas de tinta corrida.
Debió haber llorado...
Respiré hondo y comencé a leer.
Ventimiglia, a seis años de tu partida.
Gianna, si has recibido esta carta es porque ya no pertenezco a este plano. Mi carne ya debe estar siendo comida por los gusanos y mi alma podrida ardiendo en el averno.
Sé que hasta el día de tu muerte jamás me perdonarás y lo merezco siempre fui un pésimo padre para ti y para tus hermanas, pero quiero contarte una historia, una que me lleva a un pasado que anhelo y que por muy doloroso que sea lo debes saber.
Cuando tenía dieciocho años la llegada de Luciana fue lo más maravilloso que pudo pasarme, era la chica más hermosa del pueblo y la más tierna del universo.
En esa época, junto a mi mejor amigo Doménico está