Regreso al sitio donde desperté, tomando otra silla y sentándome para fingir seguir inconsciente en esta. En lo que escondo mis manos detrás de mi espalda, la puerta se abre.
—Aquí lo tienes. ¿Qué harás con él? — escucho la voz de Mateo.
También escucho una risa desagradable y nauseabunda, una que m