Sí, somos escoltadas con las trabajadoras y otros más de seguridad del sitio. En lo que nos cierran el portón detrás de nosotras, nuestros rostros de dignidad sucumben al miedo.
—¿Por qué te acaban de amenazar de muerte? — pregunta temblando Giana.
No es la única que está temblando.
—Lo peor es