Capítulo Veinticinco

Amelia contempló encantada la decoración del vestíbulo. Era todo paredes blancas con muebles de madera. Una escalera central conducía a los pisos superiores y las ventanas iban del suelo al techo, mostrando todo Central Park. Amelia recorrió el lugar completamente asombrada. Era la casa más bonita en la que había entrado en su vida.

- ¿Qué te ha parecido? - preguntó Alexander, fijándose en los ojos brillantes de su mujer.

- Es maravillosa, Alex. - Contestó ella, caminando hacia él.

- Ven, quiero enseñarte otro sitio. - Habló, guiando la silla de ruedas por el primer pasillo y deteniéndose frente a una puerta doble de caoba.

- Ábrela. - ordenó.

Amelia lo miró sin comprender, pero obedeció.

Al abrir la puerta, Amelia se quedó boquiabierta al ver la biblioteca de la residencia.

Con estanterías y más estanterías de libros perdidos, además de una chimenea y cómodos sillones con vistas a Central Park. Entró asombrada, como una niña en una juguetería.

- ¿Qué te ha parecido? - Preguntó, cru
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