Capítulo cuarenta y uno

Durante el día no supe nada de ellos, estaba encerrada en mi cuarto recordando todo lo que había vivido. Quise hablar con Maura, pero no lo hice, me quedé mirando el celular durante un rato y desistí de hacerlo, todo lo que tenía por contarla no podía hacerlo por teléfono y tampoco quería que viniera hasta aquí.

Decidí bajar a la cocina, Cloe estaba colocando alimentos en una bandeja, se detuvo al verme, me acerqué a la mesa y me senté en una silla.

—¿Quieres que te sirva algo?

—No, gracias—me volteé a mirar cómo terminaba de guardar todo en la bandeja. —¿Y eso?

—Es para la señora Celeste y su hijo.

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