Capítulo cuarenta y tres

Freya Morrison

Antes de que mis ojos se abrieran mi mano estaba explorando la cama buscando estar en contacto con un cuerpo, pero no lo alcanzaba, abrí los ojos y Alex ya no se encontraba conmigo, sentí tristeza, pero al menos tenía al peluche en su lugar, algo que obviamente no lo reemplazaba, pero era un regalo suyo, lo tomé y lo pegué a mi cuerpo respirando profundo. ¿Por qué tenía que haber amanecido?

Llamaron a la puerta y me incorporé sobre la cama ¿será Alex? Pensé, me bajé de la cama poniéndome las pantuflas, me acerqué a la puerta y la abrí, toda la ilusión se desapareció cuando vi que no tenía nada que ver con él, era Cloe.

—Buenos días, Celeste me manda decirte que el desayuno

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