Mañana sería nochebuena.
Todavía iban en camino a Marbella cuando comenzó a nevar a cántaros.
Dentro del auto, el aire acondicionado estaba bien encendido. Álvaro miraba con total preocupación por el espejo retrovisor y le dijo a Andrés:
—Señor, vamos a traer de regreso a la señorita. No es necesario que usted venga en persona, aún no se ha recuperado del todo.
Al despertar del coma, lo primero que inmediatamente Andrés hizo fue buscar a Luna.
Por fortuna, lograron dar con la dirección donde estaba. La dueña del hotel les había mentido, pero bajo amenazas terminó confesando toda la verdad.
La policía no podía recurrir a la fuerza, pero ellos sí lo podían hacer.
Andrés nunca fue un buen tipo. Cuando se enteró de que la dueña del hotel había drogado a Luna y la había vendido al club, Andrés le cortó sin ningún miramiento un dedo y la envió a la cárcel. Sin embargo, según el estilo de Andrés en los viejos tiempos, esta ni siquiera habría llegado al día siguiente.
Ahora, en la cárcel, tamp