Dentro de la cajita negra de terciopelo reposaba un delicado anillo hecho a la medida y adornado con un hermoso rubí rojo. Todo el anillo estaba incrustado con mil diamantes finamente tallados y de tamaño perfecto. Encajaban a la perfección con el diseño. Además, el rubí era único en el mundo, con un valor de más de 6 millones.
Luna finalmente se quedó profundamente dormida, y entre sueños y vigilia, sintió que el colchón a su lado se hundía un poco. Al instante, alguien le tomó la mano y algo frío fue colocado en su dedo anular.
Al abrir los ojos, se dio cuenta de que Andrés estaba sentado a su lado, y que en su dedo anular había un espectacular anillo con un rubí. Al ver todo eso, despertó muy asustada de golpe. Intentó retirar la mano, pero no lo logró, y se incorporó de inmediato:
—¿Qué estás haciendo?
Con gran enojo quería quitarse el anillo.
Andrés solo la miraba en absoluto silencio mientras ella se resistía. Su voz grave se escuchó con profundo cansancio:
—Estoy pidiéndote que