—¿No lo conoces?
—¿Le conocía? ¿O deberíamos habernos conocido? —Le preguntó Luna algo dudosa.
—No necesitas conocerlo, aléjate de él si vuelves a verlo, no es bueno ni siquiera que te vea —contestó muy serio Andrés.
Luna volvió a intentar recordar a José, pero en su mente solo había pequeños retazos de recuerdos.
Tras llevar a Luna a la habitación, Andrés ordenó que Emma la cuidara y que no la dejara escapar. Entonces, bajó las escaleras y un jeep militar negro se detuvo en ese momento, frente a la Mansión del Sol. Del asiento trasero salió un hombre ya cubierto de nieve y con emblemas en el hombro y botas negras. En el rostro tenía una cicatriz muy pronunciada que le daba un aspecto bastante atemorizador. Los sirvientes ni se atrevieron a acercarse a él.
—Caballero, ¿a quién busca?
—Busco a su señor —contestó el ayudante.
José sacudió la mano y el ayudante de inmediato se retiró.
—¿Está Andrés? Soy un amigo suyo.
—El señor está...
Justo cuando el sirviente iba a hablar, el hombr