Capítulo 855
La nieve que suavemente caía era igual a cuando Gabriel había ido a París a buscarla. Aquel día, estaba sentado en el banco de madera donde ella solía sentarse, los copos caían delicadamente sobre sus hombros, cubriéndolo en una tenue luz plateada, sacudió la nieve de sus hombros. Se quedó ahí inmóvil esperándola, por mucho, mucho tiempo...

—Vaya, señorita, ¿por qué estás llorando?

Emma, que acababa de entrar, vio a Luna sentada en el suelo. Al principio creía que ella solo se sumió en sus pensamientos, de repente, comenzó a llorar inconsolable, así que se acercó muy preocupada.

—Señorita, ¿qué le sucede?

Emma se apresuró a tratar con torpeza de secar sus lágrimas. Luna también volvió en sí, dándose cuenta de que en ese momento se había descompuesto un poco. Usó el dorso de la mano para secarse las lágrimas de la cara, y le respondió despreocupada:

—No pasa nada, estoy bien.

Emma notó la fotografía en el álbum de Luna, y exclamó:

—Vaya, ¿quién es ella? Se ve tan guapa, ¿cómo creció par
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