—¡Mamá, ha llegado mi hermano! —exclamó Perla muy emocionada, señalando hacia un lugar.
Luna también miró hacia allá. A poca distancia, había un joven que parecía ser un estudiante universitario, vestido con una simple camisa blanca y pantalones negros, con el cabello muy oscuro y corto. Él les hizo señas.
—Mamá, quiero ir a jugar con él.
—Bien —sonrió con agrado Carolina.
Ella la soltó y Perla corrió emocionada directo hacia el muchacho.
Al ver su delicado rostro, Luna se quedó un poco sorprendida, porque su aspecto y rasgos eran muy parecidos a los del hombre que estaba a su lado, que era precisamente Andrés. Se parecían bastante, pero este muchacho tenía una sencilla pureza y timidez que Andrés no tenía. Antes de irse, Carolina le echó una última mirada a Andrés y se fue directo hacia donde estaba Perla y el joven. Finalmente, Luna también se fue.
Al subirse al auto, comenzó a lloviznar afuera. Debido a no haber dormido bien la noche anterior, Luna se sentó en el coche un poco somn