—¿Me estás escuchando? —preguntó Luna un poco enfadada.
Andrés estaba completamente distraído mientras le echaba un ligero vistazo:
—No es necesario.
Luna no entendió:
—¿Qué quieres decir con que no es necesario? No tengo experiencia alguna en criar hijos. Si algo sale mal, nadie podrá manejarlo.
Andrés se sentó muy cómodo y la miró fijamente:
—Creo que lo harás muy bien. Y si no, puedes aprender leyendo libros.
Luna se enfadó en ese momento:
—No tengo tiempo para cuidar a un niño.
De repente, Andrés extendió la mano y acarició suavemente el cabello de Luna como si estuviera consolándola:
—Me dijiste que quieres una vida como una persona común y corriente, ¿verdad? Puedes considerar esto nuestro hogar. Nadie se atreverá en lo absoluto a hablar de esto bajo mi poder. Puedes hacer todo lo que quieras y este niño nos acompañará para siempre. Él también será nuestro primer hijo.
Luna lo miró detenidamente como si estuviera viendo a un loco:
—Estás jugando otro de tus juegos, ¿verdad? Puede