—Pero soy una vieja quisquillosa, y ahora solo quiero comer pastel de castañas.
—Voy a prepararlo de nuevo para ti —dijo Luna.
Luna dejó su mochila y Gabriel la detuvo:
—Señora, usted también es una antigua sirvienta de la familia. Debe entender las reglas y su lugar. Además, si come demasiado en la noche, puede tener problemas de digestión. Carmen, acompáñela de vuelta a su habitación.
Carmen, otra sirvienta de la familia, respondió:
—Sí, señor.
—Espera, Carmen, ¿aún tenemos castañas en casa? —preguntó Luna.
Carmen asintió:
—Sí.
—Hoy no tengo muchos deberes. Puedo hacer un nuevo pastel para ti y luego lo pondré en la nevera. Tardará unos cuarenta minutos —propuso Luna.
La anciana sonrió:
—Muchas gracias.
—De nada —dijo Luna y luego se dirigió a la cocina.
La señora suspiró profundamente:
—Tú y ella son como el queso y las castañas en un pastel. Juntos forman una combinación perfecta. Sin embargo, cuando agregas o quitas algo más, el sabor cambia. Reflexiona sobre mis palabras. Dile qu