Lucía se dio cuenta de que había dicho algo inapropiado en ese momento y trató de romper el incómodo silencio con una sonrisa:
—Sí, deberías centrarte mejor en los estudios, en lugar de dedicar demasiado tiempo a esas cosas del corazón.
Su voz reflejaba claramente cautela. Parecía tener miedo también de Andrés.
Luna miró su vaso de jugo mientras lo revolvía con un pitillo, y respondió:
—Me suspendieron de clases, así que aproveché esta oportunidad para relajarme un poco. No esperaba encontrarnos aquí... Hermana, ¿hace cuánto estás saliendo con mi hermano?
Lucía se acercó alegremente y tomó el brazo de Andrés, apoyándose íntimamente en él, y dijo:
—Creo que ya casi ha pasado un año desde que comenzamos, ¿verdad, Andrés?
Lucía se volvió hacia él. Andrés levantó seriamente su vaso y dio un sorbo de agua, ocultando sus emociones. Cuando volvió a levantar la mirada, ya no se podía percibir ninguna emoción en su rígido rostro. Dejó su vaso, pero no le respondió a Lucía. Nadie sabía en qué e