Capítulo 252
Después de la lección aprendida la última vez, Luna regresó a casa a las ocho en punto. De paso, fue al hospital, se le quitaron los puntos, la herida sanaba, y ya tenía una cicatriz evidente que ya se había sanado; no se abriría con facilidad si no se aplicaba demasiada presión.

Casa de los Sánchez.

En la biblioteca, se sentía una presión invisible. Gabriel estaba sentado frente al escritorio, esperando a que terminara la videoconferencia antes de levantar la mirada hacia la persona que se encontraba parada frente a él. Llevaba puesto el uniforme escolar de manera descuidada.

—¿Qué has estado haciendo afuera todos estos días? —preguntó.

—¿Qué más puedo hacer? ¿No lo sabes? —respondió Sergio desinteresadamente con las manos en los bolsillos, acariciando el encendedor en su bolsillo mientras torcía la cabeza.

El cuerpo de Gabriel se recostó perezosamente hacia atrás.

—Tienes razón. De hecho, sé todo acerca de tus movimientos. envié personal a vigilarte no porque puedas representar una a
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