Dos semanas después…
El aire invernal era frío, mas no helado, y parecía que acompañaba el calor de las emociones que envolvían cada rincón de los jardines de la mansión, cubiertos por un manto blanco y decorados para la boda.
La boda de Mathias y Sofie estaba destinada a ser inolvidable, una celebración que reflejara su autenticidad y amor por lo simple, pero significativo.
La boda de Mathias y Sofie había sido cuidadosamente diseñada para aprovechar la belleza de la temporada: un lago parcialmente congelado, decoraciones con ramas de pino y velas, y mantas de lana para los invitados que se encontraban bajo una carpa transparente, protegidos del frío.
Los niños, vestidos con pequeños trajes de pajes, corrían entre las mesas, con canastas llenas de pétalos de flores para repartir mientras sonreían con entusiasmo, añadiendo un toque de alegría a la atmósfera.
Sofie se detuvo a la entrada de la carpa, donde comenzaba el camino de pétalos, con su brazo enlazado al de Lukas, quien la esco