Quince días después…
Mientras caminaba en dirección a la habitación de Lukas, Katrine no podía deshacerse del peso de lo que había sucedido dos semanas atrás.
Si bien el hecho de que Ole se encontraba en prisión a la espera de su juicio, tras una semana de hospitalización, debería haberla relajado, el hecho de que Lukas, ¡su Lukas!, se encontraba en coma, la hacía sentirse sumamente culpable y angustiada.
Cada día, la escena de aquella tarde fatídica se repetía en su mente: los disparos, la sangre, el sonido de las sirenas de la ambulancia mientras trasladaban a Lukas al hospital…
«Si no me hubiera cruzado en su camino, nada de todo esto hubiera sucedido», pensaba, una y otra vez, en un bucle tortuoso. Porque sí, si Lukas estaba en ese estado era pura y exclusivamente por su culpa. Ella era quien debería estar en esa cama de hospital, no él.
Pero, ahora, todo lo que podía hacer era rezar y esperar.
Con un café en una mano y un ramo de flores en la otra, como si aquello pudiera ayudar