Mientras charlan un poco más, los niños se van a la cama temprano, pues después de tanto jugar durante el día, están extremadamente cansados. Mientras todos pasan una noche agradable tomando algunos tragos, esta vez Liz no exagera y bebe con moderación, con miedo a emborracharse otra vez y despertar con un tremendo dolor de cabeza al día siguiente.
—Chicos, voy a subir a mis aposentos, estoy bastante cansada también. Olavo ya está cabeceando, y estoy segura de que no ha dicho nada por vergüenza. —Frida mira hacia un lado, sonriendo.
—¡Ay, querida! ¿Me comparas con los jóvenes? Ellos son jóvenes, tienen toda una vida por delante. Yo ya estoy viejo y cansado. No aguanto tanto trajín de este modo. Todo lo que caminamos por la playa y nos ejercitamos hoy durante todo el día me dejó hecho polvo, y realmente necesito ir a dormir para recuperar fuerzas.
—¿Lo ves? Ya te lo dije. Entonces, vamos a dormir. Hasta mañana por la mañana, en la hora del desayuno, espero que no se queden hasta tarde