Frida caminaba por el hospital como si estuviera sin rumbo. Hacía tiempo que no sentía tanta alegría, desde que Beatriz tuvo a su último nieto, y ahora pensaba que volvería a experimentar esa misma felicidad con el embarazo de Lis. Pero lo que le ocurrió a Lis fue un golpe devastador, del que Frida no sabía si podría recuperarse. Olavo estaba preocupado por su esposa, pues verla en ese estado no era habitual; sabía que Frida siempre tenía todo bajo control, pero esta vez estaba destrozada por haber permitido que aquello ocurriera.
—¡Amor! ¿Qué tal si vamos a la casa de Jack y descansamos un poco allí? Podemos ducharnos y tú podrías comer algo, querida. No sirve de nada quedarnos aquí, sabes muy bien que no podemos hacer nada en la situación en la que está Lis. Solo un milagro puede traerla de vuelta. Ya perdimos a nuestro nieto, así que ahora nos queda descansar un poco y recuperarnos para apoyar a nuestro hijo. Estás viendo cómo está y cuánto nos necesitará. —Olavo tomó a Frida por l