Eliza
Me quedé paralizada por un momento, parpadeando como un ciervo atrapado en los reflectores de un estadio. ¿Acaso escuché que dijo prometida? Mis ojos recorrieron su rostro, esperando algún indicio de sonrisa que me indicara que todo era una broma. Pero no, esa chica hablaba completamente en serio. Se veía segura, arrogante, hermosa y aterradoramente tranquila.
Su voz era tan dulce como miel caída sobre veneno.
—Tu nombre es Eliza, ¿verdad? —Preguntó con una sonrisa perezosa—. Soy Beatriz Díaz. Solo quería saludarte... después de todo, compartimos algo en común; Luciano.
Incliné la cabeza, fingiendo estar tranquila, aunque mi corazón hacía esas molestas volteretas como cada vez que algo no cuadraba. ¿Tendría que seguir enfrentándome a cosas así mientras estuviera casada con Luciano?
—Sí, soy Eliza. La esposa de Luciano, para ser más exacta. —Respondí, con una sonrisa que no alcanzó a llegar a mis ojos—. Encantada, Beatriz.
Pero Beatriz no se rindió, sino que soltó una risa suave y