—¿Desecho?
La voz repentina asustó al hombre con la cicatriz.
Giró bruscamente, solo para ver a un hombre de apariencia sencilla y rostro frío observándolo tranquilamente.
—¡Muchacho! ¿De dónde diablos saliste? ¡Te advierto que no te metas donde no te llaman!
El hombre de la cicatriz frunció el ceño, su mirada era amenazante.
—¡Sálvame! ¡Por favor, sálvame!
La mujer luchaba y gritaba, con un rostro aterrorizado que mostraba un último destello de esperanza.
Había estado a punto de desesperarse, pensando que hoy sería violada.
No esperaba que alguien se interpusiera en su camino, listo para ayudar.
—No dije que me metería, sigan ustedes.
Pedro cruzó los brazos, impasible, como si el asunto no fuera con él.
—¿Qué?
Esta actitud dejó al hombre de la cicatriz algo desconcertado.
En cuanto a la mujer acosada, estaba completamente atónita.
¿No se suponía que era el héroe que rescata a la dama?
¿Por qué no muestra ninguna reacción?
¿Acaso este tipo solo vino a ver el espectáculo?
—¡Humph! Pensé