Pero cuanto más era así, más se avivaba su espíritu competitivo.
—Hermano, ¿podrías no ser tan distante, por favor? —Francisca puchereó, con una mirada bastante melancólica—. Agradecer y retribuir es una virtud tradicional de mi país. Si no devuelvo este favor, no podré dormir por la noche.
—Toma alguna pastilla para dormir y ya, me despido —Pedro no dijo más, dejó caer esas palabras y se marchó directamente.
—¡Hermano! —Francisca siguió adelante, pero después de dar unos pasos, de repente tropezó y cayó al suelo.
La tela que cubría su pudor se rasgó completamente, revelando un maravilloso cuerpo.
Pedro hizo una breve pausa, pero finalmente se quitó la chaqueta y la lanzó desde lejos.
—¡Muchas gracias, hermano! —Las mejillas de Francisca se sonrojaron, y rápidamente se envolvió con la chaqueta.
En lo profundo de su corazón, no pudo evitar sentirse más conmovida.
—¡Francisca!
En ese momento, un hombre y una mujer corrieron hacia ella.
Ambos vestían lujosamente y tenían un porte distingu