En el siguiente momento, Delicia se preguntaba qué otros trucos turbios podría estar planeando Yolanda.
Tras cerrar los ojos un momento y luego volver a abrirlos, se levantó y se puso su abrigo para salir. El mayordomo Fernando estaba aún en la planta baja, y al verla bajar las escaleras mientras se ponía el abrigo, le preguntó:
—Señorita Delicia, ¿va a salir ahora? Ya es bastante tarde.
Delicia asintió:
—Sí, organiza a algunas personas para mí. —refiriéndose a los guardaespaldas de su tío Néstor. En la actual Ciudad de México, las cosas no estaban tranquilas, y ella prefería seguir los consejos de Néstor, excepto cuando estaba con Carlos o visitaba a Elena. En otras ocasiones, siempre iba acompañada de un conductor profesional y guardaespaldas.
Fernando actuó rápidamente y en unos minutos regresó:
—El conductor y los guardaespaldas ya están preparados, la están esperando afuera.
—Bien. —respondió Delicia con un asentimiento.
Se levantó y salió. En el coche, Delicia llamó a Alejandr