Así, también está bien.
Parece que, sin importar cuán profundos sean los sentimientos, cuando llega el momento de dejarlos ir, resulta sorprendentemente fácil hacerlo.
…
Ambas caminaban por el hospital, atrayendo muchas miradas hacia ellas. Pero cuando estas se posaban en el hombre de apariencia distinguida, emitiendo un aura fría y distante, rápidamente desviaban la vista.
Delicia miró hacia los destellos de luz en la lejanía.
Sacó su teléfono y llamó a Alejandro. Él contestó rápidamente:
—Señorita López.
—Esta noche, mantén los ojos abiertos. No permitas que se filtre ninguna noticia, ¡de ningún tipo!
...
—¡Si alguien se atreve a ser tan estúpido como para publicar lo sucedido hoy en internet, que se prepare para la bancarrota mañana por la mañana! Si alguien se atreve a difundirlo personalmente, ¡que se largue de la Ciudad de México!
Con cada palabra, Delicia hablaba con una frialdad implacable.
Alvaro se detuvo y se giró para mirarla desde lo alto.
Sus ojos destellaban fríamente.