Punto de vista de Serena
No puedo pensar. Apenas puedo respirar.
Los labios de Bill chocaron contra los míos otra vez, esta vez con más hambre, más exisgencia. Su cuerpo estaba tan cerca del mío que casi nos fundíamos. Todo en mí ardía, con un deseo que había estado guardando por mucho tiempo... pero ahora ya no podía parar.
Su mano bajó por mi cuerpo, sus dedos rozaron la piel desnudo de mi vientre antes de meterse bajo mi ropa. Respiré hondo y arqueé la espalda cuando sus dedos llegaron el lugar más lo deseaba. La sensación era tan fuerte que no pude evitar gemir.
—Dios, Bill —dije con voz temblorosa.
Él no habló, solo me besó más fuerte mientras sus dedos se movían lentamente, haciéndome sentir un placer que me recorría todo el cuerpo. Agarré sus hombros con fuerza, sintiendo que me deshacía por completo.
Se separó solo un instante, sus ojos oscuros llenos del mismo deseo ardiente que sentía dentro de mí.
—Dime qué quieres —murmuró con voz ronca y profunda, llena de promesas.
—Te