Punto de vista de Serena
Por fin le estaba cogiendo el truco.
Los entrenamientos con Bill iban mucho mejor de lo que había imaginado. Al principio había sido incómodo, especialmente después de toda la tensión de aquella noche. Pero poco a poco habíamos encontrado nuestro ritmo. Seguía existiendo esa tensión, por supuesto, pero ahora parecíamos movernos alrededor de ella sin problemas. Supuse que ayudaba que Bill se concentrara tanto cuando enseñaba.
—Tu postura está mejorando —dijo Bill, colocándose detrás de mí mientras practicaba una rodillada contra el costal. Su mano se posó levemente en mi cintura, guiándome mientras giraba las caderas—. Pero no olvides mantener las manos arriba. Necesitas poder defenderte mientras atacas.
Asentí, ajustando mi postura, esforzándome por concentrarme en la técnica y no en cómo se sentían sus manos sobre mí.
—Entendido —respondí, lanzando otra rodillada contra el costal. El impacto fue sólido, y Bill sonrió.
—Ahí lo tienes —comentó, retrocediendo—.