Punto de vista de Serena
Mi cara estaba mojada de lágrimas, pero seguí llorando. Mateo estaba sentado frente a mí, mirando a lo lejos como si pensara en otra cosa.
—No quería funeral —dijo—. Era lo que ella pidió. Solo cremación... algo simple.
Se tragó la saliva, sin mirarme.
—Decía que era mejor así. Más tranquilo.
Me resultaba difícil imaginar no tener una despedida formal, algo para honrar a la Sra. Domínguez.
—¿Estás seguro de eso, Mateo?
—Sí. Me hizo prometérselo. —Soltó un aliento tembloroso—. Además... todos sus familiares y amigos están en Francia. No tiene sentido hacer que vengan, y... ella no quería que hicieran el viaje.
—Entonces... ¿Qué hacemos ahora? —pregunté.
—No sé. Supongo que... voy al crematorio, firmo unos papeles y espero.
No quise presionarlo, pero se sintió mal dejarlo terminar así.
—Mateo... —dije lentamente—. ¿De verdad estás bien con esto? ¿Sin palabras, sin nada?
Finalmente, me miró, con los ojos rojos.
—Ni siquiera sabría qué decir.
—No tiene que ser a