Punto de vista de Bill
La voz del Sr. Hurtado cortó la tensión que reinaba en la sala.
—Srta. Tipton, ¿es cierto que amenazó a la Sra. Nixon diciéndole que la lastimaría a ella y a su bebé?
Doris jadeó, con los ojos muy abiertos fingiendo sorpresa.
—Absolutamente no —respondió con voz temblorosa—. Jamás amenazaría a nadie, y menos a una mujer embarazada. Es una acusación horrible.
Apreté la mandíbula, sintiendo que la frustración crecía dentro de mí.
—¿Entonces cómo explica las acusaciones de la Sra. Nixon? —Preguntó Hurtado con tono suave.
Doris tomó aire entrecortadamente, mientras sus ojos recorrían nerviosamente la sala del tribunal.
—Solo intentaba defenderme —dijo en voz baja—. Serena vino hacia mí y entré en pánico. Debí decir algo que ella malinterpretó como una amenaza, pero nunca quise hacerle daño ni a ella ni a su bebé.
Cada palabra que salía de su boca era una mentira, pero la estaba vendiendo tan bien. Miré a Serena, quien parecía apenas estar conteniéndose.
—Entonces, Sr