Punto de vista de Bill
Esperaba fuera del juzgado, caminando de un lado a otro en las escaleras.
Los guardias de seguridad me vigilaban atentamente, asegurándose de que no volviera a entrar. No dejaba de mirar hacia la entrada, esperando ver a Serena salir. No podía creer lo mal que habían ido las cosas allí dentro. Doris se salió con la suya, esa expresión de suficiencia en su rostro...
Y ahora Serena estaba allí dentro, vulnerable y sola.
Vi que la puerta se abría, y mi corazón dio un vuelco. Serena salió, parecía conmocionada, pero decidida. Corrí hacia ella, envolviéndola en mis brazos.
—¿Estás bien? —Pregunté, con la voz cargada de preocupación.
Ella asintió, aunque tenía los ojos rojos e hinchados de tanto llorar.
—Estaré bien, Bill —respondió—. ¿Y tú? ¿Te hicieron daño?
Negué con la cabeza. —No, solo querían que saliera de allí. Estoy más preocupado por ti.
Serena me miró, sus ojos escrutaron los míos por un momento antes de asentir nuevamente.
—Todavía estoy temblando por lo de