Capítulo 2

Selene se había llevado muchas sorpresas en sus veinticuatro años de vida, pero aquello era tan inesperado y absurdo que no era capaz de entenderlo. Si no fuera por su seria expresión, aquello sería una broma.

— Perdone, pero no le entiendo. ¿Quiere pagarme para que finja ser su novia, su amante?

— Así es, pero en mi mundo les decimos «amante» o «amiga», pero a dónde vamos allí no puedes ser nada de eso, sino mi prometida, mi novia.

— ¿Novia? ¿Y tendría que compartir dormitorio con usted? Pregunto ella.

— Si por supuesto, pero no sé preocupe, no pasará nada entre los dos. —respondió él tranquilamente. — Mi familia debe creer que nuestra relación es seria. —Selene se disgustó y se levantó de un salto.

— Pienso que se ha equivocado de persona, señor Wolf. Yo no puedo hacer eso, no soy una mentirosa, menos somos novio.

— Ya lo sé, señorita Scott, que no somos nada, pero necesito su ayuda. —dijo él entonces, con una sonrisa que le dio un escalofrío por su espina dorsal.

— Sé que me ayudara, eres una chica muy inteligente. Tendrá que fingir afecto y pasión solo en presencia de mi familia. Cuando estemos solos, no tendrá que hacer nada en absoluto. Solamente será una relación profesional.

Selene apretó el bolso contra su estómago mientras daba un paso atrás.

— No, pienso compartir cama con usted. Lo siento, no puedo hacer eso, ya le dije. Búsquese a otra.

— Pero no quiero a otra, señorita Scott. La quiero a usted.

— Si lo sé y no me interesa saber por qué desea engañar a su familia. Adiós, señor Wolf.

— Antes de tirar por la ventana esta oportunidad, reflexiónalo bien Selene.

— Pero yo… ¿Por qué yo?.

Él no se había molestado tanto en encontrar otra perfecta candidata, Selene era la perfecta para aquella decisión que había tomado. En menos de dos semanas, el título de su familia, pasaría a manos de su primo, Tomaso, y él necesitaba una compañera. Pero no le había dicho toda la verdad porque tenía el presentimiento que ella se negaría. Y la necesitaba antes que le arrebataran su título que por derecho le correspondía.

Para evitar todo eso, necesitaba que Selene firmase el acuerdo ese mismo día. Había estado seguro de que doscientos mil dólares la convencerían sin mayores discusiones, pero al parecer no era así. Selene Scott había trabajado esporádicamente en varios trabajos hasta llegar a trabajar en las empresas Wolf seguros. Su mayor fuente de ingresos era su trabajo como secretaria allí. Pero aquello era una locura.

— ¿Puede decirme, de nuevo, cuánto me va a pagar?. —le preguntó ella, Steven lo hizo y luego se arrellanó en el sofá, esperando. Le había encargado a su abogado la tarea de hacer el documento para que ella lo firmara.

— Si firmas este contrato, te daré los doscientos mil dólares Selene.

Su abogado le había dicho que buscará a una mujer, que no pusiera inconveniente y le pagará ese precio, en ese momento pensó en su secretaria, su fiel compañera de trabajo. Además, Selene era la ideal, por su físico pelo rubio dorado y sus inteligentes ojos verdes, Selene Scott, había capturado su atención inmediatamente cuando entro en su plantilla de trabajadores como su secretaria.

Había algo en ella que encajaba en su mundo. Para comprobar que ella lo ayudaría pagaría sus deudas, porque Selene Scott tenía y muchas. Además, él le pagaría aparte unos doscientos mil dólares aparte. La inteligencia que había intuido en ella era genuina. En su mundo había gente bendecida con dinero y belleza a expensas de neuronas. Selene había sido bendecida con belleza y neuronas, pero sin dinero y llena de deudas. Exactamente, lo que él necesitaba porque tendría que ser algo más que un adorno.

— ¿Está interesada si o no?. —le preguntó después de unos minutos.

Ella parpadeó un par de veces, como aturdida, y después asintió con la cabeza. Sin duda, ese inteligente y suspicaz cerebro ya estaba imaginando en pagar sus deudas y vivir sin preocupación.

— Entonces Selene, siéntese y sigamos hablando.

— Muy bien.

— Escúchame con atención Selene, el próximo fin de semana, Giovanna, mi abuela, organizará una fiesta donde acudirán muchos de los hombres más ricos e importantes de Roma. Y los miembros de la familia, todos ellos, se alojarán en el palaciego de la abuela. Durante todo un fin de semana. Usted y yo llegaremos el viernes. Así tendremos tiempo para que nos vean juntos y para conocernos un poco mejor.

— ¿Qué espera de mí, además de fingir que estoy enamorada, que quiere demostrarle a su familia, y conocidos?

— Eso es algo que revelaré cuando hayamos firmado el contrato. —Selene lo miró con suspicacia.

— No será algo ilegal, ¿verdad? No estará planeado algo en contra de su familia.

— No es nada ilegal, y menos para dañar a mi familia, además usted es una mujer inteligente. Y sabe cómo hacer las cosas eres muy directa y una fosforito.

— ¿Cómo es eso?

— Que sé cómo trabaja y se entiende con los clientes.

— Pero…

— Nada… no se preocupe, sé que se comportará con mi familia. —le dijo Steven.

— La fiesta de mi abuela Giovanna es un evento social al que acudirán muchos periodistas. Pero, por supuesto, tendrá que firmar un contrato de confidencialidad junto con el pago por sus servicios. Necesito de su discreción Selene.

Ella seguía mirándolo en silencio. No había parpadeado desde que mencionó sus deudas.

— Yo he puesto mis cartas sobre la mesa, señorita Scott. ¿Está de acuerdo o no? Necesito una respuesta inmediatamente. Si no está dispuesta a hacerlo puede retirarse y seguir siendo mi secretaria.

Fueron esas palabras lo que sacó a Selene de sus pensamientos. «Puede retirarse y seguir siendo mi secretaria». Estaba loco, en verdad estaba desquiciado. Selene quería cubrirse los oídos, cerrar los ojos y despertar de aquel sueño. «No te asustes, tranquila, no pasa nada». Se decía ella en su adentro, pero era lógico tener miedo.

Si Steven Wolf solo quería que lo ayudara con esa fiesta, pero fingir su novia. Debería haber salido corriendo cuando tuvo la oportunidad, pero, tontamente, pensaba en solucionar las deudas que tenía, además vivía sola desde hace muchos años, y lo que él le proponía, había despertado su curiosidad.

Se había sentado para escuchar su proposición por su estúpida, y absurda curiosidad. Quería saber por qué un hombre como él pagaría una fortuna para que fingiese ser su prometida, algo había detrás de todo aquello. Su intención era escucharlo para después decidir. Pero Steven Wolf, aquel hombre guapísimo, su jefe por el que estaba a punto de cometer una locura, podía poner todo su mundo patas arriba.

— ¿Cuándo necesita una respuesta, señor Wolf?. —le preguntó, intentando ganar tiempo para reflexionar, para planear, para escapar.

— Ahora mismo, señorita Scott. El contrato de confidencialidad están preparados para la firma. Firme o márchese, usted decide.

Sus ojos claros estaban clavados en ella, su atractivo rostro estaba serio. Para ella el nombre de su jefe era algo normal, y lo que hiciera no era de su incumbencia. Había entrado en la empresa a trabajar, sin saber que iba a encontrarse con uno de los hombres más ricos y poderosos del mundo.

— Necesito una respuesta, señorita Scott.

— Muy bien, firmaré ese contrato. —dijo ella, asustada.

Si la única forma de garantizar pagar sus deudas, era aceptar aquella proposición, tendría que hacerlo. Y luego rezaría para que nadie se enterara de la falsa. No quería ni suponer en las consecuencias. Mientras se tomaba una copa de whisky, Steven se preguntó cómo demonios iba a hacer para quitarse aquellos pensamientos en la cabeza. Selene Scott, asustada, preocupada por lo que le había dicho, se había sorprendido al decirle que, durante dos semanas, sería su prometida. Desde luego, no era fácil de olvidar, a un hermoso rostro como ella.

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