Un Contrato De Protección
Un Contrato De Protección
Por: Elena RGR
Capítulo 1 ¿Tu?

Las sombras de la noche oscura eran su única compañía, el aire gélido hizo que su cuerpo temblara y se erizara, la calle estaba completamente sola, ni una alma vagaba por esa avenida, los comercios ya había cerrado sus puertas al público, con el corazón martillando con fuerza en su pecho camino lo más rápido posible, sabía que no debía andar por esa calle a esa horas, sin poder evitarlo miró detrás de ella sintiendo esa mirada penetrante, no era la primera vez que la sentía, y tal vez tampoco la última; desde que recibió aquella amenaza su vida peligraba.

¿Quién la quería ver muerta? Y ¿Por qué?

No había sido suficiente con matarla en vida aquel día que le arrebataron al hombre que rescató su corazón, que ahora también querían su vida. Aún tenía muy presente aquella noche, la que debió ser la más feliz de su vida.

Todos por fuera de la iglesia los felicitaban, los periodistas de la columna de sociales no dejaban de tomar las mejores fotografías del evento que habían calificado como la boda del año. De pronto y de la nada el rechinar de unas llantas menguo su felicidad, el grito de un hombre diciendo su nombre hizo que volteara, de pronto el terror se apodero de su ser, al ver el arma que apuntaba directamente a ella.

Escucha el disparó y los gritos de las mujeres que se alejan por miedo a que algún proyectil las dañe, cierra los ojos esperando sentir como la atraviesan, pero no sucede. De nuevo escucha el rechinar de las llantas del vehículo que se aleja del lugar, abre los ojos y la escena que tiene al frente de ella la llena de horror. Las balas perforaron el cuerpo de su recién esposo, Arantxa cayo junto a Steven al suelo, tratando de contener la hemorragia.

Su vestido blanco se había teñido de color carmesí,

—Perdóname, yo tuve la culpa, nunca debi…— trato de hablar, sin embargo, un coagulo de sangre le impidió seguir hablando.

—No tengo nada que perdonarte— beso su frente— además tú vas a vivir, no puedes dejarme sola.

—Te amo Arantxa, todo lo hice por…— por la perdida de sangre quedó inconsciente.

El sonido de las sirenas de la ambulancia se escuchó llegar, lo subieron y estabilizaron.

Llegaron muy rápido al hospital donde ella trabajaba, para su desgracia el médico de guardia había tenido un problema por lo que no había llegado a cubrir su turno. Ella no podía dejarlo morir, por lo que fue a su consultorio, saco el uniforme quirúrgico que guardaba para las emergencias.

La voz se había corrido como pólvora, la doctora Olivares estaba en el hospital con su esposo y ella estaba vestida de novia, y pretendía operar, pero en el reglamento del hospital estaba prohibido.

—Necesito salvarle la vida…— le decía al director del hospital que había llegado a su consultorio, pero él no estaba ahí para hacer cumplir el reglamento, tenía una mala noticia que darle. 

—Lo siento doctora, su esposo acaba de fallecer— un grito desgarrador se escuchó por toda la sala del hospital, la jefa de enfermería que era su mejor amiga se acercó a abrazarla.

Días después del funeral, no soportaba la idea de quedarse en el departamento donde compartió tantos momentos felices con él, cada espacio tenía una parte de él, así que decidió ir a trabajar, sin descanso, ya no le importaba su salud, lo único que quería era irse con Steven, el hombre que aprendió a amar.

Esperando a su paciente para dar una consulta su secretaria entro con una caja envuelta en papel de regalo en la parte superior se podía ver un gran moño de color blanco, al verlo frunció el ceño, ¿Quién había podido mandar aquel regalo?

—¿Quién lo manda? — preguntó a su secretaria que había recibido la caja, escuchando la respuesta buscó alguna nota que le dijera de parte de quien era ese regalo.

—No lo sé doctora antes que pudiera preguntar el mensajero ya se había ido— la secretaria la miró con pena. Arantxa con cuidado destapó la caja plateada;

—¿¡Por Dios que es esto!?

Su rostro reflejaba horror por lo que había visto en la caja, de inmediato la arrojó lejos de ella logrando que parte de lo que había dentro de la caja saliera, se escuchó el jadeo de sorpresa y horror de las personas que estaba cerca de ahí, miró a la secretaria, que tenía la misma mirada de terror.

—Llama al agente Ramson de inmediato, dile que necesito que venga urgentemente y cancela la consulta por ahora por favor.

No tardó mucho en llegar el agente quien era el encargado de investigar el asesinato de Steven. Sin demora le mostró la caja que se había quedado en la esquina de su consultorio. El agente fue con toda tranquilidad, sacando unos guantes de látex para revisar el interior de la caja.

La abrió mirando a detalle lo que se encontraba, parecía un corazón de algún animal pues estaba pequeño, si no se equivocaba era de un cerdo, debajo de este se podía notar la fotografía de ella con Steven, la frente de ella se notaba la leyenda que anunciaba “Tú debías morirás”.

Desde ese día no había podido vivir tranquila, pensando cuando cumplirían esa amenaza.

Siguió caminando a paso firme sujetando con fuerza el maletín con su mano izquierda, miro todos los detalles que se iba encontrando en su paso, al salir nunca se fijó en el cielo, que no se percató que no había ninguna estrella, pues estaba cubierto por una densa nube, que pronto dejó caer una copiosa lluvia, no podía creer en su suerte, su auto estaba en el taller así que tendría que correr antes que se mojara más y ningún taxi quisiera subirla y llevarla a su casa, de pronto la silueta de un hombre apareció enfrente de ella.

Gracias a la lluvia no podía verlo con claridad, pero su sexto sentido decía que corriera al lado contrario, sus pies obedecieron dando vuelta en una calle no era el mejor camino, pero quería alejarse de ese hombre lo más pronto posible.

Sin saber cómo, ni cuando ese hombre la agarro del hombro y la aventó contra la pared provocando un leve dolor en su espalda, estaba temblando, pero levanto su vista mostrando coraje, su padre siempre le había enseñado que nunca debía demostrar su miedo, se encontró con una fría mirada, gracias a su memoria fotográfica podía guardar el rostro de ese hombre y más que tenía una horrible cicatriz desde su frente del lado izquierdo, pasaba en medio de sus ojos y terminaba en la mejilla derecha, de pronto sintió el filo frio de una navaja sobre su cuello.

—Toma lo que quiera y déjame ir.

Ordeno pensando que lograría hacer que cambiara de opinión y la dejara ir, pero no noto ningún movimiento en su cuerpo, de hecho, sintió como el filo del objeto se clava en su blanca piel, tal parecía que ese sería su fin, y pronto se reuniría con Steven.

—Voy a sacar mi cartera ahí están mis tarjetas, te daré las claves, puedes llevarte él dinero, es mucho tal vez …— presiono más el arma en su garganta, pudo percibir como le recorría una gota de sangre por su delgado cuello.

La lluvia ya había aminorado, las grandes gotas ahora eran unas pequeñísimas gotas, pero su ropa y su cabello estaban empapados, giró su cabeza al escuchar las voces de dos mujeres que pasaban por la calle por dónde venía, si gritaba ahora tal vez serviría para que ese sujeto la soltara y saliera corriendo, cuando intento abrir la boca sintió la mano de su agresor tapándola, tal parecía que podía leer su mente pues frustró su plan de gritar, regreso su vista a su rostro fijándose en sus ojos que no cambiaba en nada, era claro que ya estaba acostumbrado a hacer ese tipo de trabajo, terminar con la vida de las personas sin ningún remordimiento.

—Lo siento primor, pero tu dinero es insuficiente a comparación de lo que me van a pagar cuando termine con tu vida— abrió los ojos— aunque me gustaría divertirme un poco contigo— paso su lengua por su mejilla, nunca antes había sentido ese asco— lo malo es que no tengo tiempo, seré benevolente contigo y terminare con tu vida rápidamente para que te reúnas de nuevo con tu esposo.

Cerro los ojos esperando sentir como el filo de la navaja cortará su arteria yugular, en menos de un minuto ella perdería la vida…

Sin embargo, no sucedió, la sorpresa la inundo cuando dejo de sentir la presión del arma sobre su cuello, al abrir los ojos en la oscuridad de la noche noto dos siluetas peleando, uno de ellos tomo un objeto contundente que no dudo en golpear al otro y dejarlo completamente inconsciente.

Respiró, alguien había ido a ayudarla, y sin saber le había salvado la vida.

—Muchas gracias— se acercó al hombre que estaba de espaldas a ella— me ha salvado, ¿Cuál es su nombre? — pero este no volteo a verla, ni se escuchó ninguna palabra que saliera de su boca— señor, no me va a contestar…— comenzó a caminar dándole la espalda todo el tiempo.

Arantxa frunció el ceño, parecía que se iría sin darle la cara, ni su nombre, corrió detrás del desconocido, al alcanzarlo dio dos zancadas más largas para detener su marcha, y se detuvo en seco al ver quien la había salvado.

—¿Tú?...

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