Socorro
Había intentado llamar a Ramiro al menos cien veces en las últimas dos horas, y nada. El maldito no respondía.
Me recargué en el respaldo de la silla de mi comedor, con una copa de vino casi vacía entre los dedos, mirando por la ventana de mi departamento.
No había ninguna noticia. Ninguna. Ni un maldito titular, ni siquiera un rumor. ¿Qué estaba pasando?
Si Ramiro hubiera hecho su trabajo como se lo pedí, ya debería haber algo en las noticias sobre la muerte de mi mamá. ¿O acaso el idiota la había dejado con vida?
Apreté los labios, sintiendo una mezcla de frustración y ansiedad.
Tal vez la prensa estaba esperando confirmar los detalles antes de dar la noticia. Tal vez, cuando menos lo esperara, vería un titular que dijera algo como: "Tragedia en el hospital: la poderosa Angélica Hernández de Salinas muere tras un ataque al corazón."
Solo de pensarlo, un estremecimiento de satisfacción recorrió mi cuerpo.
Necesitaba leer ese titular.
Ella siempre había apoyado a Joaquín