Margot
Todo a mi alrededor era un caos. Los médicos, las enfermeras y murmullos de otros pacientes, pero yo... solo veía la puerta cerrada frente a mí.
Donde tenían a Ramiro.
Mi Ramiro.
Mi hombre.
Mi único amor…
Temblé antes de atreverme a mirar el informe médico, apretándolo con tanta fuerza que el papel se arrugó entre mis dedos.
Fractura de cráneo con edema cerebral. Hemorragia interna. Pulmón perforado. Múltiples costillas rotas. Fractura expuesta de fémur. Luxación severa de hombro.
Cada palabra era una daga clavándose en mi pecho.
Mi garganta se cerró y tuve que recordarme a mí misma que yo no lloraba.
No podía llorar.
No ahora.
Pero Dios… la idea de perderlo…
Apreté la mandíbula y me obligué a enderezarme. No podía derrumbarme, no cuando él me necesitaba fuerte.
Ya había firmado los papeles para la cirugía de urgencia. Esa era su única oportunidad. Ahora solo me quedaba esperar.
Esperar… y hacer la maldita llamada que más temía.
Con las manos temblorosas, saqué mi teléfono y