Ya era de noche, la luna y los pocos faroles alumbraban la calle poco transitada. Caminábamos Jessie y yo hacia el bar donde vinimos ayer y entramos en seguida.
—Para mí solo una cerveza —pedí una vez llegué a barra.
—Lo mismo —dijo la chica sentándose al lado mío.
—Bien, ahora supongo que solo debemos esperar.
Ella hizo una mueca y supuse que estaba pensando en algo.
—¿Traes la tela?
—Obviamente.
—¿Para qué crees que la necesite?