Mundo de ficçãoIniciar sessãoPasaron veintisiete días y ocho horas, con treinta y tres minutos, más veintidós segundos, desde que acepté aquella propuesta indecorosa de parte de Adrien. Y por más que traté de evitarlo, el peso de la realidad me cayó encima, sentía como si el tiempo cobró sentido solo desde que lo conocí.
Mañana todo terminaría, el mero pensamiento se anudó en mi esófago y mis ojos se oscurecían por sombras… hoy era el último día de nuestro contrato. Una frase que sonaba más a sentencia que a un final.
Pasamos la noche tendidos en su cama matrimonial, dentro del bungaló de madera con aroma a sal marina, cedro y cítricos. Sábanas aún tibias por nuestra última noche. Mientras él dormía profundo y ajeno, yo permanecía despierta, presa de una vigilia rota, abrazada a su de







