MÍA
Me acerco a Joa, que está sentado en un taburete, y me meto entre sus piernas. Lo abrazo por el cuello y me quedo así durante unos minutos largos; sin hablar y disfrutando de su calor y su contacto. Me huele el pelo.
—Me encanta tu olor —dice.
—A mí me encanta tu barba —le confieso mientras la toco, y él se ríe.
Joaquín no era precisamente el chico más risueño. Su sonrisa casi siempre esa reprimida y ladeada, pero cuando lo hacía de verdad, iluminaba todo.
—Es mi mejor encanto.
—No. El mejor son tus ojos, tus cejas tupidas y tus pestañas largas.
Le beso cada ojo con suavidad y Joaquín exhala.
Luego lo beso en la boca con pasión. Él me agarra el trasero con las dos manos y me aprieta.
«¡Dios, se siente increíble! ¡Calor, calor!»
Gimo fuerte y me pego más a él. Lo agarro del pelo, busco su lengua con la mía y la chupo. Joa gruñe en mi boca y me agarra fuerte.
Escucho que alguien ingresa. Doy un brinco del susto y me separo de Joaquín en el acto. Giro la cabeza y veo a papá