CAPÍTULO 53
Allan buscaba desesperadamente a su hermana. No podía aceptar la idea de que Alice estuviera muerta. Cada rincón del refugio fue explorado meticulosamente, pero no encontró rastro alguno de su hermana, o su cuñado y muchos menos de la pequeña Ellen.

En su afán por encontrarla, Allan ignoró el llamado de todos los que encontró a su paso, y solo se detuvo cuando se encontró con Zven. Para el lobo no fue difícil entender lo que pasa, por lo que Zven se acercó a Allan con cautela, sabiendo que estaba lidiando con un dolor abrumador.

— Allan, — dice en tono bajo y compasivo.

— ¿Dónde está Alice? — pregunta ignorando el tono con el que es llamado y sin dejar que su amigo diga nada más.

Por un momento el centinela guarda silencio, al igual que los lobos cercanos que logran escuchar su pregunta. Allan paseó la mirada por el entorno una vez más, y fue allí donde Zven lo notó, aquellos ojos llenos de dolor y una chispa de esperanza.

— ¿Zven? ¿Sabes dónde está Aidan?

Zven asintió, conscient
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