EPILOGO.
MESES DESPUES...
Alexei se volvió a enamorar ese día, cuando colocaron en sus brazos a la personita cubierta de mucosidad, la cara roja y que lloraba a todo pulmón. Una sonrisa se formó en sus labios y sus ojos se encontraron con los de Tatiana.
—Voy a necesitar más armas —dijo en tono serio.
Luego no pudo evitar mirarla con asombro. Era simplemente perfecta. Su pecho se llenó de amor instantáneo y supo que esa pequeña niña sería su punto débil, lo tendría comiendo de su mano.
—Alexei —la voz de Santino lo hizo salir de sus recuerdos.
Hacía un día que Tatiana había dado a luz a su hija.
—¡Felicidades, amigo! —Santino lo rodeó con sus brazos antes de inclinarse hacia atrás y agarrarlo por los hombros—. ¿Cómo está Tatiana?
—Pues, diría que bien. Me maldijo varias veces durante el parto, pero he escuchado que es un clásico.
Santino se rio de sus palabras.
―Ni lo digas, siempre dicen lo mismo, pero ya se les olvida. Santino se puso serio un momento y agregó:—De verdad estoy muy feliz por t