Infiel

—¡Dulce, espera!— intenta detenerla pero ella hace caso omiso a sus súplicas —debes entenderme, ya me comprometí. Además, no entiendo porque dices eso, si Natalia solo tiene ojos para mí, lo único que quieres es que yo no me case con ella, no tienes que inventar toda esa mierda

—¿¡Inventar!?— pregunta volteando a mirarlo como si el diablo se hubiera apoderado de ella, y lo que supuestamente iba hacer una cena tranquila, terminó en un desastre

—yo...— intentó hablar pero lo que siente es el tacón de Dulce María en la cabeza —¡Diablos!— se queja del dolor

—algo tenemos las mujeres Villarreal y es que no tenemos que estar inventando información para retener a un hombre, no me vuelvas a buscar Miguel, olvídate de mí— empieza a correr dejando caer el otro tacón

Ella corre sin mirar atrás con su corazón destrozado, hasta llegar a su auto y lo peor es que no escucho más las súplicas de Miguel. Al subir al auto y mirar hacia la entrada del viñedo, Miguel viene corriendo para poder detenerla
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