VERONICA
la tensión en el auto era casi palpable mientras Gabriel conducía y Bruno iba sentado a su lado, en el asiento del copiloto. Yo estaba sentada en la parte trasera, intentando mantener la calma, pero mi mente no paraba de dar vueltas. La forma en que Gabriel agarraba el volante con fuerza, la manera en que Bruno miraba hacia adelante sin decir una palabra... todo parecía indicar que algo estaba a punto de estallar.
Mi atención se centró en Gabriel, en su perfil serio y concentrado. Podía ver la tensión en su mandíbula, la forma en que apretaba los dientes. Me pregunté qué estaría pensando, qué estaría sintiendo. ¿Estaría nervioso? ¿Estaría arrepentido de algo?
Luego, mi mirada se desvió hacia Bruno. Estaba callado, con la vista fija en la carretera delante de nosotros. Su rostro era una máscara de serenidad, pero yo sabía que debajo de esa calma aparente, había una tormenta de emociones. ¿Qué estaría pensando? ¿Qué estaría planeando?
Mi mente comenzó a hacer conjeturas, a crea