El peor castigo: 19. Estoy dispuesto a todo por merecer su perdón
— ¿Qué pasa? ¿Qué es tan importante? — preguntó Matías a su jefe de seguridad, ya a solas.
— Señor, ni siquiera sé cómo decirle esto — no le gustaba en lo absoluto su cara, tampoco la sensación de culpa en el tono de su voz —. Y si después de que lo haga, cree que deba firmar mi renuncia, lo entendería perfectamente.
Matías entornó los ojos.
— ¿De qué diablos va todo esto, Santiago? ¿Por qué te pediría la renuncia? — exigió saber, contrariado —. Llevas años trabajando para mí, así que te ordeno que te expliques en este instante.
Santiago asintió y le entregó una carpeta que llevaba consigo.
— Allí está todo lo que tiene que saber.
Matías estiró la mano y tomó el material, abriéndolo enseguida. El nombre de Emma salió a relucir entre sus páginas. Alzó el rostro. Más perdido que antes.
— ¿Qué es esto?
— Léalo, por favor. Allí está… absolutamente todo. Me tomó más tiempo del que hubiese querido, pero es toda la verdad que necesita saber acerca de la muchacha.
Molesto por tanto misterio, M