55. Como en toda guerra, siempre hay sacrificios.
—Malditos ex Alfas —susurra Annie, antes de dejar escapar una sonora carcajada.
Salvador la mira de reojo, desconcertado. No se atreve a decir nada; siente que él es el mayor culpable de que las cosas hayan llegado a este punto.
Descuidó la seguridad. No se percató de la cercanía del grupo de renegados que estaban ingresando, ni de cuando los líderes del concejo comenzaron a tomar el control del castillo.
Annie lo observa. Puede leer sus pensamientos. Siente la tristeza de su amigo, pero, como en toda guerra, siempre hay sacrificios.
Nunca estuvo de acuerdo con la desquiciada idea de Júpiter. Sin embargo, la diosa Selena también puso su granito de arena. ¿Qué podía hacer ella?…
—No estoy loca... aunque puede que sí —dice Annie con una sonrisa amarga antes de dejar escapar un suspiro.
Sintió cada uno de los golpes que Arón recibió.
Vive el dolor de la humillación a la que Jarek lo somete. Una lágrima traicionera rueda por su mejilla, sin darse cuenta, necesita ser fuerte, muchos depend